12 Dec
La Paz, 12 de diciembre de 2025 – A un mes de la asunción de Rodrigo Paz como presidente, las promesas de una rápida reconstrucción económica y política se desvanecen ante la realidad de una Bolivia asfixiada por la escasez de combustible y precios disparados en la canasta familiar. En este contexto de frustración creciente, el canciller Fernando Aramayo viajó a Estados Unidos con la narrativa oficial de "mejorar 20 años de manejo desastroso", pero su visita a Washington se limitó a un encuentro con el vicecanciller estadounidense Christopher Landau, del cual solo emergieron fotografías protocolarias sin avances concretos.
Fuentes diplomáticas bolivianas destacaron el viaje como un "paso clave" para fortalecer lazos bilaterales, pero en las calles de Cochabamba, La Paz y El Alto, la ciudadanía cuestiona su utilidad real. Mientras Aramayo posaba junto a Landau en reuniones para las redes sociales, el país arrastra una crisis energética que paraliza el transporte y la industria. Las largas colas en las estaciones de servicio persisten, y los precios de los alimentos básicos escalan sin control: el kilo de carne de res supera los 60 y 70 bolivianos, un golpe directo a las economías familiares en un momento en que la inflación devora los salarios.
Analistas políticos como el experto en relaciones internacionales Javier Mercado señalan que "este periplo refuerza la percepción de una administración más enfocada en la imagen que en los resultados". Mercado recuerda que, pese a las expectativas generadas por la llegada de Paz, no se observan medidas palpables contra la herencia de desmanejo económico, como la diversificación de importaciones de combustible o subsidios efectivos para paliar el alza de precios.
El Ministerio de Relaciones Exteriores emitió un comunicado oficial celebrando el "diálogo fructífero" con Landau, pero evitó detallar compromisos específicos.
Bolivia al borde de una Navidad marcada por la escasez, el viaje de Aramayo aviva el debate: ¿diplomacia de resultados o mera cosmética política?