
01 Oct
Stuttgart, Alemania. – En la Cumbre de Biointeligencia organizada por el Instituto Fraunhofer IPA, Alemania presentará oficialmente la CL1, considerada la primera computadora biológica del mundo. Este innovador sistema combina neuronas humanas cultivadas en laboratorio con chips de silicio, inaugurando una nueva era en la convergencia entre biología y tecnología.
El CL1, desarrollado por la startup australiana Cortical Labs, es un dispositivo del tamaño de una caja de zapatos que contiene unas 800 000 neuronas humanas integradas sobre una matriz de electrodos. Estas células vivas se comunican con el chip a través de impulsos eléctricos, permitiendo procesar información de manera similar a un cerebro biológico.
El sistema se basa en los avances del proyecto DishBrain, con el que Cortical Labs demostró que neuronas cultivadas podían aprender a jugar Pong mediante retroalimentación eléctrica. Según Brett Kagan, director científico de la empresa, “el CL1 es el primer ordenador biológico disponible comercialmente que permite estudiar cómo las neuronas procesan información en tiempo real”.
Durante la cumbre, los investigadores mostrarán cómo las neuronas se desarrollan en el chip y cómo pueden ser entrenadas para realizar tareas específicas mediante estímulos eléctricos controlados.
De acuerdo con la compañía, las unidades CL1 estarán disponibles para laboratorios e instituciones de investigación desde la segunda mitad de 2025, con un precio aproximado de 35 000 dólares. Cada dispositivo incluye un sistema autónomo de soporte vital para mantener las células vivas y activas durante meses, y no requiere una computadora externa para operar. Su consumo estimado ronda entre 850 y 1 000 vatios, considerablemente menor que el de las infraestructuras tradicionales de inteligencia artificial.
El CL1 tiene potenciales aplicaciones en neurociencia, modelización de enfermedades neurológicas, desarrollo de fármacos, robótica e inteligencia artificial híbrida. Expertos destacan que este tipo de biocomputadoras podrían revolucionar la forma en que se estudia la cognición y la adaptación neuronal.
Este avance representa un hito tecnológico y científico, al integrar materia viva en sistemas de computación, y abre el debate sobre los límites éticos y las oportunidades de una nueva generación de biointeligencia sintética.