El golpe de Estado en Bolivia en 2019 fue inequívocamente el golpe del imperio de EEUU, aseguró el exministro Juan Ramón Quintana, quien caracterizó la receta usada por el Norte para la interrupción democrática, denunció una “policialización” y una “militarización de la política” para llegar a una restauración conservadora que contenga a los movimientos sociales.
Quintana hizo esas aseveraciones este miércoles durante la presentación de su libro “Golpe de Estado en Bolivia. Anatomía de la violencia y el saqueo” en el cual se clasifican las “familias” de golpes de Estado y se brindan sugerencias para que nunca más vuelvan a ocurrir ese tipo de fracturas democráticas.
El exministro dijo que, en la historia de Bolivia, en todos y cada uno de los golpes de Estado, estuvo involucrado el imperio de EEUU. De manera similar, dijo, no existe una guerra o golpe en el mundo sin la presencia de Washington.
El objetivo de EEUU al promover esos golpes, indicó, es lograr el disciplinamiento, la alineación y la dominación de los países para “colocarlos en la órbita capitalista global”, evitar que consoliden un Estado nacional y alejarlos de otras potencias hegemónicas como China o Rusia.
Una muestra de lo anterior es que “no existen golpes de Estado contra gobiernos de derecha” ya que esas interrupciones democráticas siempre se producen en países progresistas de izquierda, mencionó.
Además, esas acciones violentas buscan el dominio sobre los recursos naturales.
Indicó que el caso boliviano de 2019 fue parte de una “familia de golpes” cuyas características mutaron desde el siglo pasado y ahora ya se aplicaron en Venezuela, Haiti, Honduras, Brasil, Argentina y otros países donde gobernaban presidentes progresistas.
Entre esas características están:
-La aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la desestabilización.
-Los medios de difusión que se encargan de legitimar la ruptura del orden constitucional.
-El papel protagónico de las redes sociales digitales.
-La presencia de empresas/agencias de inteligencia.
-Las operaciones psicológicas.
-Las FFAA ya no tienen visible su centralidad en los golpes como ocurría en el siglo pasado.
-La presencia casi decisiva de la Policía como actor político del golpe.
Aquí se da una “policialización de la política”, dijo Quintana, quien reveló que EEUU, en los últimos años, priorizó sus recursos para entrenar policías quienes luego se convirtieron en actores políticos golpistas en Ecuador, Brasil (donde recopilaron información falsa contra Dilma Rouseff) y otros países como Bolivia, donde impulsaron un motín que dio pie al golpe de Estado de 2019 y se aliaron públicamente con actores del golpismo (como Luis Fernando Camacho).
Esta “mutación” de los golpes de Estado en el siglo XXI, muestra también una “militarización de la política” a partir del influjo de EEUU donde el Departamento de Estado, en cuanto se refiere a América Latina, se replegó y dejó las decisiones en manos del Ministerio de Defensa y del Pentágono, es decir en manos de los militares y del Comando Sur, indicó.
“Hay una gravitación cada vez mayor de militares y policías” con apoyo de EEUU, mencionó Quintana, quien puso como ejemplo a Colombia, donde las decisiones clave son tomadas por los uniformados en consulta con el Comando Sur de EEUU.
Ese reordenamiento implica que las agencias de EEUU, como USAID, NED, CIA, FBI y otras, se colocaron bajo la estrategia militar del Comando Sur. “Hay una transferencia del poder político al poder militar”, indicó.
Con esa visión militarista, EEUU impulsa estrategias de injerencia con el pretexto de guerra al narcotráfico o al terrorismo.
Otro de los propósitos de los golpes de Estado, sostuvo Quintana, es la “contención” de los movimientos campesinos e indígenas que, por su naturaleza, son contestatarios y contrarios al modelo capitalista depredador. Por ello, la conformación de Estados Plurinacionales, va contra los intereses del Norte.
“Por eso EEUU intentó matar a Evo Morales”, dijo el exministro para luego afirmar que el interés de la potencia, con el golpe de Estado de 2019, fue “escarmentar” a los movimientos sociales, indígenas y campesinos.
Frente a ello sugirió tomar varias acciones, entre las cuales citó:
-Fortalecer a los movimientos sociales, indígenas y campesinos como reserva política y moral del continente.
-Iniciar en los centros urbanos una batalla de ideas, de deliberación sobre los objetivos geopolíticos de EEUU.
-Evitar que los sectores opositores se entreguen en los “brazos del fascismo” radical y violento.
ABI
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