
Ni un día más
Por: Anonymous
Hoy, como nunca antes, el pueblo está de pie, unido, y decidido a exigir la renuncia de Arce. Desde los rincones más remotos del país —donde golpea el hambre, donde falta el combustible— resuena con fuerza un solo grito: ¡Que renuncie Arce!
Nunca antes fue tan claro el clamor popular. Es un grito de rebeldía e indignación que recorre Bolivia de norte a sur, de este a oeste. Nada ni nadie podrá detener a un pueblo hambriento, traicionado y cansado de esperar.
Con Arce en el poder, resulta imposible pensar siquiera en comer hoy, y aún más difícil imaginar un mañana digno. Cada jornada bajo su mandato representa una batalla perdida, especialmente para los más vulnerables. Es una tragedia que el país ya no puede soportar: el hambre acosa los estómagos vacíos de los niños, y los ancianos sobreviven en soledad, privados incluso de un pan.
Luis Arce ha traído luto y dolor. Ha dividido al pueblo para saquear con sus hijos y su círculo de poder. Convirtió los días en noches interminables, plagadas de incertidumbre.
Hoy, en Bolivia, no hay mañana para los pobres.
No existe justificación alguna para que este gobierno continúe una hora más. Arce ha mentido durante cinco años, sembrando odio, humillación y persecución. Ha lacerado el alma colectiva, ha secuestrado los sueños de millones, y ha pisoteado una democracia conquistada con sangre, lágrimas y sacrificio.
Arce no solo se burla de nuestras luchas, sino que ha pervertido el sistema de justicia, sometiéndolo a sus caprichos. Ha degradado a las fuerzas del orden para que repriman con violencia incluso a quienes, alguna vez, lo apoyaron con su voto. Ha convertido a los medios de comunicación en cloacas de desinformación, invirtiendo millones en manipulación y propaganda mientras silencia la voz de los humildes.
Ha comprado conciencias sindicales a cambio de puestos y favores, y ha protegido a corruptos, enriqueciendo a su entorno familiar con el dinero del pueblo.
No hay razón alguna para que Arce permanezca en el poder. Ha violado las reglas de la democracia, ha mutilado los derechos de las mayorías y ha sumido al país en la miseria. Se llevó el oro del Banco Central, destruyó la estabilidad económica, evaporó nuestras reservas en dólares y negoció el litio como si fuera suyo. Nos dejó en la ruina, y ahora, nos toca reconstruir el país, pero sin él.
Luis Arce ha confundido el mandato de gobernar con el privilegio de saquear. Gobernar no es robar. Mientras el pueblo trabaja, él miente y roba.
Arce debe irse.
Debe irse antes de que Bolivia se convierta en un cementerio, antes de que el odio nos lleve al enfrentamiento entre hermanos. No queremos más traición. No queremos más sombras como las de los Choquehuancas. No queremos más criminales de cuello blanco gobernando nuestra patria.
El pueblo ha despertado. Ha salido a las calles, ha bloqueado carreteras, ha dicho ¡basta! El mismo pueblo que un día lo llevó al poder, hoy exige su renuncia, hastiado de su soberbia e impunidad.
No habrá paz, ni esperanza, ni estabilidad mientras Arce continúe en el gobierno.
Queremos trabajar en paz. Queremos democracia, libertad y justicia social. No más dictadura. No más corrupción.
¡Fuera Arce, ni un día más!