
Durante años, Evo Morales fue condenado por los medios, 𝗮𝗰𝘂𝘀𝗮𝗱𝗼 𝗽𝗼𝗿 𝗿𝘂𝗺𝗼𝗿𝗲𝘀 𝘆 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗱𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼𝘀 𝗷𝘂𝗱𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗶𝗺𝗽𝗮𝗿𝗰𝗶𝗮𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗯𝗿𝗶𝗹𝗹𝗮𝗯𝗮 𝗽𝗼𝗿 𝘀𝘂 𝗮𝘂𝘀𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮. Lo acusaron de delitos graves
, sin denuncia formal, sin prueba técnica, sin proceso legal válido. Solo con frases como la que pronunció el propio presidente: “Es un secreto a voces”. Pero el derecho no se construye sobre voces, sino sobre pruebas.
Y fue la justicia constitucional no la opinión pública, ni la prensa la que finalmente puso orden.
El Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), a través de la Sentencia Constitucional 022/2024, ordenó trasladar el caso a Cochabamba, reconociendo vulneración de garantías del acusado y definiendo que el proceso no podía continuar en Tarija.
Pese a esa sentencia, los fiscales designaron una nueva comisión, iniciaron actos procesales, y hasta emitieron resoluciones de aprehensión. Eso es ilegal, es desacato.

Frente a ese atropello, la defensa de Evo Morales presentó una queja constitucional ante el Tribunal de Garantías de Santa Cruz, que concluyó: “Se deja sin efecto todos los actos procesales e investigativos realizados por el Ministerio Público posterior a la emisión de la Sentencia 022/2024”.
“Se anulan resoluciones de aprehensión, comisiones fiscales, y se ordena remitir el cuaderno procesal a Cochabamba.”
La jueza aplicó el principio del “fruto del árbol envenenado”:
si el proceso nace del desacato a una sentencia constitucional, todo lo que se construye después carece de validez jurídica.
¿Por qué esto es importante?
Porque se demuestra que: No había proceso legalmente habilitado en Tarija. No existió denuncia directa ni prueba fehaciente. Todo se armó sobre declaraciones mediáticas y presión política. Esta decisión no absuelve a Evo por compasión ni poder.
Lo absuelve porque nunca debió haberse armado ese juicio.
La justicia no puede construirse sobre titulares.
La Constitución está por encima del cálculo político.
Evo Morales no fue favorecido.
Fue defendido por el derecho, después de ser atacado por la mentira