En un aparente rapto de sinceridad, Jair Bolsonaro afirmó ante pastores y fieles evangélicos haber mantenido un encuentro reservado con la exsenadora Jeanine Añez, recientemente condenada a diez años de prisión por su autoproclamación.
Esta confesión suma otro elemento a las sospechas sobre la complicidad brasileña con la asonada de noviembre de 2019.
La cual queda prácticamente confirmada en esta declaración de Bolsonaro realizada el sábado pasado: ” ¿alquien oyó hablar de Jeanine Añez?, ¿quién es esa mujer?. Ella tiene aproximadamente 50 años, rubia, estuve una vez con ella en la vida, tuve una buena impresión de ella, una persona simpática, en un primer contacto tuvo nota casi diez”.
Lo afirmó en el templo del Ministerio Internacional de la Restauración, en Manaus, la ciudad más importante de la floresta amazónica brasileña que se prolonga hasta el norte boliviano.
Por cierto, esta fue la segunda vez que habló de su contacto cara a cara con la ocupante, por la fuerza, del Palacio del Quemado. La primera revelación ocurrió hace casi un año y de ella informó en exclusiva este diario. De inmediato, desde La Paz los abogados de Añez negaron la realización de ese cónclave.
“La expresidenta ha solicitado que la defensa exprese enfáticamente que jamás sostuvo una reunión con el señor Jair Bolsonaro”, dijo la doctora Norka Cuéllar, citada por la agencia EFE.
La primera mención sobre la cita ocurrió en julio del año pasado y pareció ser fruto de la incontinencia verbal del presidente, cuyos aliados eliminaron prontamente la frase de las redes sociales, acaso para resguardarlo de un escándalo.
Pero este fin de semana volvió a hablar de ese encuentro, y lo hizo de forma más explícita al comenzar un discurso varias veces interrumpido por los aplausos de sus simpatizantes entre quienes había algunos que lo llamaron “mito”.
En rigor, Bolsonaro no hizo otra cosa ratificar la reunión negada por su correligionaria de ultraderecha Añez. Uno de los dos falta a la verdad.
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